Fabricio Luzardo, ayudante técnico de Aguada, llegó a las (hasta ahora) cuatro finales con el lazo rosa en su saco, dándole visibilidad a la lucha contra el cáncer de mama. Con él conversamos para que nos cuente más que lo inspiró para usarlo en estos partidos y que historia tiene detrás.
Agradecemos a Gáston Pérez y a Somos Aguada por las fotos brindadas.
«El lazo lo uso por mi tía “Sully”, ella tuvo que luchar contra esa enfermedad durante varios años y por suerte ya la superó, le ganó la batalla al cáncer y eso me hace feliz», comenzó diciendo «el talla» a Aleras.
«El lazo me genera pensar en ella y en su lucha, el orgullo y alegría que siento cuando la tengo en mente. Además de eso que fue muy difícil, ella tuvo que enfrentarse a cirugías por un robo que terminó con un disparo en su abdomen.
A pesar de que hoy se encuentra muy bien ella vivió cosas muy fuertes, pero en ningun momento demostró estar mal por ninguna de ambas situaciones, siempre con una sonrisa en la cara y positiva para que sus nietos y sobrinos no estén mal, ella me dijo muchas veces: ustedes son lo que más amo. Pero la realidad es que no lo uso solo por ella, es una lucha que me gusta visibilizar y lo uso por todas las mujeres que luchan o lucharon contra esa enfermedad».
«Cada lucha es distinta»
La lucha de su tía contra el cáncer de mama, le generó a Fabricio muchas cosas, pero además le enseño que siempre hay que luchar, y sobre esto comenta: «Cada lucha es distinta, en cada persona.
Varía demasiado dependiendo el entorno que una se encuentre, me genera orgullo las mujeres que luchan constantemente y junto a los médicos logran que la enfermedad no les gane. Lastimosamente esto no siempre es posible, yo tuve una tía por parte de padre, Graciela, de quien no tengo mucho recuerdo, ya que ella falleció cuando yo era chico, pero se que su cáncer fue detectado tarde y su pérdida fue un golpe muy fuerte para mi familia».

«Mi tía es una de las personas que más amo junto a mi madre. Siempre está ahí preguntándome de mi trabajo en Aguada aunque no entiende mucho -se ríe-.
Yo me crié en el mismo terreno en el que ella vivía, Sully y mi madre tenían sus casas separadas por unos 10 metros así que todos los días de chico lo pasaba con ella, es un pilar importante para mi y un ejemplo de vida constante que me motiva a no estar mal por “boludeces”. Ser una persona positiva en el día a día se lo debo a ella que, aunque su mundo se estaba cayendo, nunca lo demostró para que el nuestro no lo hiciera».